Para favorecer el proceso de enseñanza y aprendizaje de la lectura y la escritura en el primer ciclo de la educación primaria, las y los docentes debe ser un modelo lector y escritor, es decir, personas a quienes les apasiona realizar estas actividades cotidianamente.
Lograr que la relación de los estudiantes con la lectura y la escritura sea placentera y eficaz es un desafío que maestras y maestros deben asumir, a fin de que se apropien del sistema de escritura como la base para acceder a nuevos conocimientos, considerando la diversidad como una realidad presente en la población escolar que permite potenciar los aprendizajes de todas y todos.
Leer y escribir no se aprende sólo en la escuela: niñas y niños tienen información y saberes construidos en relación con su contexto próximo y han desarrollado aprendizajes que es importante recuperar en el aula, pues constituyen un andamiaje que favorece la apropiación de la lengua escrita: A leer se aprende leyendo y a escribir se aprende escribiendo.
Las y los docentes tienen un papel crucial en este proceso, no sólo por la responsabilidad de organizar y crear condiciones para que sus estudiantes puedan confrontar sus saberes, reflexionen sobre ello y se apropien gradualmente del sistema de escritura a partir de múltiples experiencias comunicativas en las cuales se debe responder a diferentes propósitos y destinatarios.
Docentes de primero y segundo grados de educación primaria pueden ofrecer a niñas y niños oportunidades de interacción con distintos tipos de texto, empleando sus propios recursos; también motivarles a leer a sus compañeros, amigos y familia, por lo que es relevante partir de la realidad y las experiencias de su contexto. Por medio de estas prácticas, las y los estudiantes puede comprender que leer y escribir son prácticas culturales que, además, representan una aventura.
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